Desmitificando la Psicología: ¿Los psicólogos pueden “leer la mente”?
Es común escuchar en conversaciones informales, películas y programas de televisión la idea de que los psicólogos poseen algún poder especial para “leer mentes”; dicha creencia, aunque resulta fascinante para muchos, está lejos de la realidad.
Más allá de las connotaciones sobrenaturales, lo que algunos entienden por “leer la mente” se inclina más a una capacidad superior de entender y discernir a profundidad los pensamientos, emociones o ideas del otro con la simple interacción, algo que realmente nadie puede hacer. Lo que realizan los psicólogos en su trabajo diario es mucho más complejo y científico, basado en la observación y el análisis de patrones de comportamiento.
¿De dónde proviene el mito?
Generalmente tiene sus raíces en una comprensión errónea de lo que implica la labor de los profesionales de la salud mental. La psicología, a menudo vista como una “ciencia oculta”, estudia la mente y la conducta humana. Debido a esto, algunas personas tienden a asumir que tienen el poder de acceder a los pensamientos más íntimos de otros casi de forma instantánea, sin tomar en consideración otros aspectos como aquellos asociados a la crianza, el contexto sociocultural, experiencias del pasado o ideas preconcebidas.
¿Entonces qué hacen los psicólogos?
Lejos de leer la mente, los psicólogos aplican el método científico para orientar a las personas a entender sus emociones y modificar positivamente su comportamiento. Este trabajo se basa en años de investigación y experiencia, así como en un diálogo activo y colaborativo con los pacientes. De acuerdo a la profesora Leonor Acosta de Petit, Decana de la Universidad Arturo Michelena y licenciada en psicología egresada de la Universidad Central de Venezuela, los psicólogos desarrollan estrategias y habilidades cognitivas para empatizar con el paciente y así lograr entenderlo con profundidad.
«El psicólogo no tiene una varita mágica ni una esfera de cristal para ver qué va a pasar en el futuro con la persona, tampoco hacia magia para transformar inmediatamente su conducta, pero sí les da ideas que llevan a la reflexión a las personas, pero para eso, debemos ser empáticos», indicó la profesional.
Es decir, cualquier interpretación que hagan está basada en datos concretos, como el comportamiento verbal y no verbal, el historial del paciente y las respuestas que proporciona en las sesiones. Además, hay que destacar que las conclusiones o diagnóstico de un profesional no siempre es definitivo ni mucho menos sentencioso, ya que la complejidad de la mente humana requiere considerar diferentes variables que pueden arrojar diferentes interpretaciones según el especialista e incluso la rama en la que se desempeñe.
¿Por qué es importante desmitificar este concepto?
Es bien sabido que esta idea puede generar malentendidos sobre lo que implica la terapia psicológica, e incluso puede disuadir a algunas personas de buscar ayuda profesional. En algunos casos se produce algún tipo de incomodidad, miedo o susceptibilidad ante la idea de que un psicólogo pueda “saber” lo que piensan sin que la persona lo exprese verbalmente. De este modo, la salud mental se ve comprometida hasta el nivel de un problema de salud pública.
La realidad es que la terapia psicológica es un proceso basado en la confianza, la confidencialidad y la colaboración. El psicólogo necesita que el paciente participe activamente en las sesiones, ya que sólo con la información que el paciente proporciona es posible avanzar en la comprensión de sus dificultades.